Pitaya, la fruta del dragón. Soluciones postcosecha.

La pitaya o fruta del dragón (Hylocereus spp.) es una planta perene y trepadora, de la familia Cactaceae. Es nativa de México, pero actualmente se cultiva a nivel mundial incluyendo Taiwan, el sur de China, Israel, Tailandia, Australia y los Estados Unidos. El cultivo se está introduciendo en Marruecos y España, concretamente en las provincias de Málaga y Granada.

La pitaya es fuente de vitamina C, calcio y fósforo. Posee además elevado valor medicinal: reduce la hipertensión, reduce la concentración de colesterol, ayuda al balance de azúcar en sangre, previene el cáncer de colon y fortalece los sistemas óseo y renal. Incluso sus semillas son ricas en ácido linoleico y el α-linolénico, sustratos necesarios en el metabolismo humano. Su pulpa es un probiótico natural, rica en polisacáridos y oligosacáridos mixtos, siendo capaz de estimular el crecimiento de bacterias lácticas Gram-positivas; Lactobacilli y Bifidobacteria (Kumar et al., 2018). Estos valores nutricionales determinan el grado de calidad de la fruta.

El consumo de frescos viene determinado por dos parámetros de calidad: sabor y nutrición. Estos dos factores son los que determinan, de una forma u otra, el flujo de los mercados de la fruta y verdura frescas. Para ambos factores es fundamental conservar la vida útil de la fruta a lo largo de la cadena alimentaria, por lo que es importante tener claros los problemas a los que nos enfrentamos cuando exportamos esta suculenta fruta.

Postcosecha

La pitaya es una fruta no climatérica, por lo que su calidad empeora desde el momento que la fruta es arrancada de la planta, durante la recolecta y el almacenamiento. Los principales daños que sufre la fruta son físicos y biológicos.

Daños físicos

Esta fruta cuenta con numerosas púas en la zona externa de la fruta. Para poder servirse al consumidor, estas espículas, que suponen un peligro alimentario, deben ser retiradas. Las técnicas pueden ser más o menos sutiles, pero se recomienda el barrido de la fruta cuando aún está en la planta, antes de cosecharse, nunca contra el suelo o la tierra. El barrido agresivo ocasiona daños en las protuberancias de la fruta que pueden ser vía de entrada de microorganismos fitopatógenos que reduzcan su vida útil.

Otro daño físico es el producido por las bajas temperaturas. Ésta es una fruta subtropical en cuyo ambiente original las variaciones térmicas son pequeñas. El almacenamiento por debajo de 7ºC durante periodos prolongados puede ocasionar daños a la pulpa de la pitaya.

Evolución de la pulpa de pitaya roja durante 16 días a 5, 7 y 10ºC, más 5 días a 20ºC. (UC Postharvest Center).

Daños biológicos

Cuando hablamos de daños biológicos postcosecha hablamos de antracnosis. La antracnosis es la patología postcosecha más común en frutas tropicales y subtropicales, provocada por el género Colletotrichum spp. Los síntomas aparecen en primer lugar en cortes y magulladuras de la epidermis de la fruta. Se observa un ennegrecimiento y ablandamiento de esas zonas en las que crece el patógeno y se desarrolla rápidamente en condiciones húmedas. En estados avanzados pueden observarse microesclerocios y acérvulos propios de un estado avanzado de la infección fúngica. La quiescencia es una característica de la antracnosis, donde los síntomas pueden no aparecer hasta la fase final de la maduración de la fruta. Colletotrichum spp. se dispersa en pre y postcosecha por hojas y frutas favorecido por la lluvia, condiciones húmedas y falta de ventilación. La conidia (o espora) del hongo se adhiere a la superficie de la fruta dando lugar a una estructura denominada «appressorium», la cual mediante una prolongación (o «peg») penetra en la epidermis de la fruta infectándola. En esta última parte el patógeno puede permanecer quiescente hasta la maduración o la senescencia de la fruta. Los tratamientos postcosecha de esta fruta, al ser tan novedosa, no están tan desarrollados como otros productos como el mango o la papaya.

Antracnosis en pitaya por Colletotricum gloeosporioides (Bordoh et al., 2019)

Estrategias de control postcosecha

Teniendo en cuenta la susceptibilidad a daños físicos de esta fruta, su recogida se realiza manualmente, utilizando cajas de plástico y procurando no dañar la fruta. En el almacén, la fruta es limpiada de las flores y suciedad. Son lavadas con agua clorada, cepilladas y secadas inmediatamente. En ocasiones se recurre al lavado con soluciones químicas, como por ejemplo «Umikai«, con efecto biocida, en las pitayas de Vietnam exportadas a Europa. El preenfriado de la fruta a unos 8-10ºC también es un práctica habitual en fruta para exportación. Dentro de las prácticas para el control de daños biológicos encontramos prácticas tradicionales y prácticas alternativas.

Prácticas tradicionales

Dentro de las prácticas tradicionales encontramos las prácticas culturales y el control químico. Las prácticas culturales se fundamentan en minimizar el ratio de infección mediante la reducción de la presión infectiva del fitopatógeno antes de la maduración y cosecha de la fruta. Las moscas, cochinillas y escarabajos son los principales vectores de Colletotrichum spp por lo que la aplicación de insecticidas ayuda a su control. La destrucción de partes infectadas y el uso de material vegetal sano para la propagación del cultivo es esencial. Asegurar la ventilación del cultivo es esencial para evitar zonas de acumulación de humedad y proliferación de microorganismos. En la práctica tradicional también se ha venido realizando un control químico con biocidas en precosecha, como benzimidazoles (tiabendazol y benomil) e imidazol (procloraz), entre otros. En tratamientos postcosecha se ha usado cloruro cálcico con buenos resultados en la obtención de pitayas de calidad (Awang et al., 2011), así como tratamientos con nitroprusiato de sodio, y tratamientos con solución «Umikai» (calcio natural). El calcio se usa habitualmente en frutales de hueso para mejorar la calidad postcosecha de la fruta almacenada, dado que ayuda a conservar las membranas y paredes celulares sirviendo de anclaje para pectinas y hemicelulosas previniendo, en última instancia, la senescencia.

Prácticas alternativas

Tradicionalmente se ha venido abusando del tratamiento con fungicidas para el control pre y postcosecha de antracnosis en pitaya, lo que supone un enorme impacto para el ecosistema y, sin duda, la salud humana. Nacen así las prácticas alternativas para el control de esta enfermedad.

Control físico

Se ha demostrado la eficacia de los tratamientos por choque térmico, desde 46,5ºC durante 20 minutos con aire caliente, a 60ºC durante 60 minutos de inmersión en agua. Lo que ocurre es que el choque térmico activa la expresión de proteínas «heat-shock» como quitinasa de clase 3 y beta-1,3-glucanasa que proporcionan una defensa intrínseca al fruto. Hay que tener cuidado porque demasiada temperatura o tiempo de tratamiento puede dañar el fruto acelerando su senescencia. Otro tratamiento postcosecha es la aplicación de radiación X entre 200 y 800-Gy, o radiación UV-C. Esta última se ha demostrado que retrasa la senescencia, activa genes de defensa e induce la acumulación de fitoalexinas (compuestos antimicrobianos).

Control químico

Dentro del control químico el compuesto más usado es el 1-metilciclopropeno (1-MCP). La utilización de este compuesto puede retrasar la maduración y, por ende, la senescencia, pero levemente ya que la tasa respiratoria es muy baja en pitaya. Más interesa por sus propiedades fungicidas, mejorando la calidad del fruto y alargando su vida postcosecha.

Estructura química del 1-metilciclopropeno (1-MCP)

Productos naturales

Por un lado tenemos los extractos crudos de plantas, aceites esenciales y otros compuestos bioactivos. Como ejemplo los extractos de Plumbago indica o Catharanthus roseus L. G. Don. Como biopolímeros tenemos las dispersiones de quitosano, con propiedades antimicrobianas, o el propolis. Todos estos compuestos estimulan la secreción de metabolitos secundarios defensivos en los tejdos del fruto. Por otro lado hay que tener cierta consideración, ya que estos productos en altas concentraciones pueden provocar fitotoxicidad.

¿Por qué te interesa?

La pitaya es, indudablemente, un cultivo en auge. El mercado europeo y norte-americano lo demanda cada vez más, y esto es una oportunidad enorme para los paises tropicales y subtropicales a la hora de explotar este cultivo y sus maravillosas propiedades. Para ello debemos conocer sus principales problemas y demandas, tanto durante el cultivo como en su postcosecha, manteniendo sus características organolépticas y nutricionales por tiempo prolongado. Esto hará posible la exportación a mercados lejanos y el crecimiento económico de los países productores.

Enlaces de interés

https://www.deccoiberica.es/

https://www.diariosur.es/economia/agroalimentacion/pitaya-echa-raices-20181108201251-nt.html

http://postharvest.ucdavis.edu/Commodity_Resources/Fact_Sheets/Datastores/Fruit_English/?uid=49&ds=798

Bibliografía

Awang, Y., Azlan, M., Ghani, A., Sijam, K., & Mohamad, R. (2011). Effect of calcium chloride on anthracnose disease and postharvest quality of red-flesh dragon fruit (Hylocereus polyrhizus). Afr. J. Microbiol. Res, 5, 5250-5259.

Bordoh, P. K., Ali, A., Dickinson, M., Siddiqui, Y., & Romanazzi, G. (2019). A review on the management of postharvest anthracnose in dragon fruits caused by Colletotrichum spp. Crop Protection, 105067.

Kumar, S. B., Issac, R., & Prabha, M. L. (2018). Functional and health-promoting bioactivities of dragon fruit. Drug Invention Today, 10.

 

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