Una de las claves para decidir si embarcarnos en la explotación agronómica de cualquier cultivo es conocer sus exigencias nutricionales y ambientales, para conseguir un desarrollo óptimo de la planta. A continuación, te explicamos todo lo que debes saber acerca de este subtropical sobre las 4 condiciones ambientales clave (temperatura, luz, agua y suelo) para optimizar al máximo tu producción de mango.
No es ningún secreto que el mango está cada vez más de moda. Prueba de ello es la alta demanda en los últimos años que, invariablemente, lleva a unos intereses económicos cada vez más importantes. Gracias a ello, se han desarrollado un gran número de estudios para conocer todos los aspectos importantes en el desarrollo de esta planta.
Existen algunos aspectos clave que toda investigación agronómica debe abordar, ya que constituyen los determinantes base para todos los organismos vegetales. Pues bien, dentro de estos factores encontramos el sustrato, la temperatura y la humedad ambiental presente en nuestra tierra de cultivo, así como la disponibilidad de luz solar y de agua. Como no podía ser de otro modo, vamos a hablar de las condiciones óptimas de estos factores ambientales para el cultivo del mango, para que puedas saber cómo actuar.
1. Temperatura

En el caso del mango, hablamos de un frutal con una buena resistencia térmica que le permite adaptarse a un amplio rango de temperaturas. Es más, durante su ciclo de vida aparecen requerimientos térmicos para desencadenar determinados eventos de su desarrollo.
La planta de mango esta adaptada a un clima tropical, lo que se traduce en veranos y otoños cálidos seguidos de un invierno ligeramente frío. Unos picos de temperatura en verano de 30-34ºC contribuyen a una buena maduración del fruto, mientras que estos otoños cálidos favorecen un buen crecimiento vegetativo tras la cosecha. Un crecimiento vegetativo óptimo se encuadra en un rango de temperatura entre 24-27ºC, siendo inhibido por debajo de los 15ºC.
Otros momentos clave en los que la temperatura es crucial son la inducción de la floración y el cuajado del fruto. Para una correcta inducción de la floración es necesario un invierno moderadamente frío, es decir, con unas temperaturas mínimas entre 10-15ºC. Mientas que para el cuajado de fruto, la clave está en una primavera cálida, nunca por debajo de los 15ºC de temperatura.
Vamos a profundizar en este proceso conocido como cuajado, que no es más que el paso de flor a fruto. En el mango, este proceso precisa de unas temperaturas relativamente altas para su inducción. De hecho, si la temperatura desciende de los 15ºC durante el cuajado, se produce el aborto del embrión y el fruto no llega a desarrollarse correctamente. En el caso de que los cultivos no dispongan de la temperatura adecuada, es recomendable retrasar el cuajado a una segunda floración, realizando una poda para retirar las primeras flores.
En cuanto a los límites de temperatura que repercuten en daños graves para la planta, encontramos máximas de 40ºC y mínimas de 0ºC. Los efectos de estas altas temperatura podrían empezar a verse a partir de los 35ºC, por ejemplo con daños en la epidermis. En el otro extremo, el mango es sensible a las bajas temperaturas, especialmente los brotes jóvenes, llegando incluso a la muerte de los árboles más jóvenes, que no soportan dichas temperaturas.
2. Luz
El mango es un frutal acostumbrado a regiones con gran luminosidad, por ello requiere de un abundante acceso a la luz solar, entre 8-10 horas de sol para un crecimiento óptimo. Los fotoperiodos (duración del día y la noche) no tienen ningún efecto directo en la inducción de la floración. Sin embargo, una alta luminosidad favorece la maduración de las yemas, aumenta la cantidad de flores hermafroditas y mejora la coloración y calidad del fruto.
Recomendamos por tanto ubicar las plantas en terrenos que reciban muchas horas de sol, en orientación sur (mejor desarrollo vegetativo) y dejando una separación prudencial entre los árboles para que no se hagan sombra entre ellos. Esto es determinante para su desarrollo en buenas condiciones, pues los árboles de mango pueden llegar a ser de gran envergadura (llegando a 32 metros de altura) requiriendo de mucho espacio para crecer. En estos árboles de avanzada edad y gran vigor, es especialmente importante una correcta poda que permita el acceso de la luz a la parte interna y baja del árbol, tanto para los beneficios mencionados sobre las flores y los frutos como para evitar una humedad relativa excesiva (asociada a problemas de plagas y enfermedades).
3. Agua

El suministro de agua es un factor determinante en cualquier producción agrícola y conocerlo nos ayuda a tratar nuestros cultivos de forma idónea. Existen dos factores que suelen confundir a los agricultores en cuanto a las necesidades hídricas del mango, llevando a pensar en muchos casos que las necesidades son menores de lo que en realidad son. Estos dos factores son el sistema radicular profundo y la dificultad de que la planta muestre síntomas de estrés hídrico. Debido a este sistema radicular, la mejor opción de riego es por goteo. De hecho, en plantas adultas, el sistema de doble línea portagoteros ha funcionado satisfactoriamente.
Las plantas de mango recién sembradas requieren de un riego regular durante su primer año, llegando a unos 16 – 20 litros semanales por planta. Los árboles ya bien desarrollados requieren poca agua para mantenerse, pero para lograr el rendimiento máximo del árbol se recomiendan riegos mensuales de 400 m3/ha. Además, es necesario incrementar el riego en la época de floración y producción de frutos. Se aconseja regar cada quince días durante este periodo, que se extiende hasta que las frutas han madurado. En caso de que el suelo sea arcilloso, se aconseja cada 25-30 días por la diferencia de drenado entre ambos para evitar encharcamientos y asfixia de la raíz.
Como comentamos, generalmente los árboles de mango no requieren de mucho riego aparente, aunque como muestra un estudio del IHSM «La Mayora» un mayor riego se traduce en una mayor producción. Según el estudio antes mencionado, las necesidades hídricas del mango en el sur peninsular se sitúan en 5.700 m3 por hectárea y año para su productividad óptima.
En general el mago es una planta muy resistente, pudiendo sobrevivir períodos secos con escaso aporte hídrico de hasta 8 meses. De hecho, para su cultivo productivo requiere de una época seca de algunos meses antes de la aparición de las flores, que puede durar hasta el comienzo del desarrollo de los frutos. El déficit hídrico contribuye al ciclo fenológico del mango, siendo un factor ambiental importante en la inducción floral. En realidad, es un proceso complejo con algunas incógnitas aún sin resolver, aunque parece evidente la necesidad de esta estación seca para una producción óptima. A continuación le sigue una etapa de hidratación para conseguir un correcto desarrollo del fruto como hemos hablado anteriormente.
En la humedad influye la presencia de agua ambiental y la temperatura. Los estudios sitúan la humedad relativa ideal para el mango entre valores del 40 – 60 %. Esto favorece el proceso de transpiración de las plantas, facilitando el movimiento de nutrientes vía xilema hacia las partes aéreas.
4. Suelo

El mango crece de forma óptima en suelos con un buen drenado y ricos en materia orgánica. Podemos decir que son aptos para el cultivo los suelos limo-arenosos, como por ejemplo limosos con humus, los suelos arenosos ligeramente ácidos y aquellos que sean alcalinos pero se hayan tratado con fertilizantes. Estos suelos permiten un secado rápido, lo que evita que se generen encharcamientos que puedan asfixiar las raíces del mango. En cuanto al pH, el ideal se sitúa en valores preferentemente ácidos entre los 5.5 – 6.0, aunque puede tolerar hasta valores de 7.5. Fuera de este rango de pH se produce un crecimiento retardado o nulo en casos extremos.
Se recomienda plantarlos en suelos con más de 80-100 cm de profundidad. En concreto, suelos ligeros que permitan la penetración y extensión de las raíces por el suelo, generando un gran entramado que lo fije al terreno, aprovechando ese sistema radicular profundo que comentábamos anteriormente.
Un estudio realizó un análisis del suelo de un cultivar, donde los mangos prosperan muy bien, para tener una referencia del porcentaje de nutrientes en el suelo. Se determinó: calcio (CaO) 1.2%, Magnesio (MgO) 1.18%, potasio (K2O) 2.73%, Anhídrido fosfórico (P2O5) 0.15% y nitrógeno 0.105%.
Conclusión
A la hora de decantarnos por un cultivo es muy importante conocer qué características edafoclimáticas son óptimas para tener una explotación fructífera (nunca mejor dicho). En este artículo hemos hecho un repaso sobre los factores ambientales que más influyen en los cultivos de mango, dando una idea de dónde puede cultivarse en mejores condiciones.
Por resumir, como hemos comentado en varias ocasiones, el mango es un árbol muy resistente. Gracias a ello es capaz de tolerar un amplio rango de condiciones con una repercusión mínima en su productividad final, lo que nos asegura una producción constante y sin muchas sorpresas. Este hecho, unido a sus fantásticas propiedades y exótico sabor, proveen de argumentos de sobra a todo aquel que se plantee subirse al barco del conocido subtropical sagrado. ¿Y tú? ¿Te subes?
Bibliografía
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